Mi nombre es Sofía Fuentes.
Soy estudiante de tercer año de Relaciones Internacionales de la Universidad
Rafael Landívar. También es mi tercer año como orientadora voluntaria en el
Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica (IGER) en San Cristóbal, Guatemala.
Una de mis mejores memorias
dando clases es bailar —o intentar bailar—con algunas estudiantes al ritmo de
música afrocaribeña (Ciencias Sociales puede ser un curso muy animado).
Lo menciono porque,
frecuentemente cuando se habla de la mujer, comenzamos con las desventajas y
los riesgos: pero el IGER es un lugar donde se celebra a la mujer y a lo
femenino.
Eso no significa que las
mujeres que atendemos en IGER están libres de esas desventajas y riesgos. En
sus vidas coinciden muchos factores de discriminación: jóvenes, mayores, madres
a veces solteras, indígenas y que, evidentemente, no tienen una posición
socioeconómica cómoda.
Pero, también hemos podido
crear una comunidad de compañeras donde podemos reír, llorar, bailar, cantar y
platicar con toda libertad. Actividades que los chicos no hacen con la misma
soltura. Siempre he sentido que en momentos como esos una disfruta de ser mujer
y abraza esas cualidades “femeninas” que tenemos.
Hay otra belleza en la mujer
dentro de un instituto educativo. Cierto, una madre encontrará más obstáculos
en su búsqueda de educación. Pero ellas también implican, para el Instituto,
una inversión que tiene eco. Jamás olvidaré lo que una compañera orientadora me
dijo una vez:
Cuando le enseñas a una mujer,
le enseñas a su familia, a sus hijas y a sus nietas. La mujer multiplica el
saber.
Y la verdad, en IGER
impulsamos a las estudiantes que tenemos a superarse. No solo impartimos cursos
para obtener un diploma, sino conocimiento para la vida. Contabilidad,
planificación familiar, educación en sexualidad, inglés y muchos temas más. Les
enseñamos que valen mucho y que pueden hacerse valer.
Luego de ver dos graduaciones,
a una joven en la escuela de enfermería y a otra estudiando Psicología, estoy
convencida del impacto que este proyecto tiene en el desarrollo de la mujer.
No hablo solamente de las
estudiantes. IGER también tuvo un impacto en mí. He tenido varias compañeras
docentes—y compañeros— admirables. Otros estudiantes universitarios, maestras
de primaria, amas de casa que donan aquello que tanto nos cuesta dar en estos
días: tiempo. Personas que comprenden la posición única de desventaja y
potencial de la mujer y que deciden actuar para impulsar a estas chicas.
Definitivamente, mi vida es mejor por conocerlas.
En fin, tengo que decir que el
Voluntariado Social Landivariano impulsa a la mujer en todos sus proyectos.
(¡De hecho, nuestra Junta Directiva actual es 100% femenina!) Pero en IGER he
tenido la oportunidad de hacer comunidad con otras mujeres, estudiantes y
docentes, y trabajar con ellas para promover a la mujer y aportar un poquito al
desarrollo de Guatemala y un montón para el desarrollo personal de nuestras
estudiantes.
Para promover a la mujer, no
necesitas ser mujer ni necesitas que sea marzo. Por eso, te invito a celebrar y
promover el desarrollo de las mujeres en toda actividad que realices, y a
unirte al Voluntariado Social Landivariano.
Por Sofía Fuentes
por:voluntariadourl
Recuperado de: brujula.com.gt
Colocado el 10 de enero del 2020
Por Sofía Fuentes
por:voluntariadourl
Recuperado de: brujula.com.gt
Colocado el 10 de enero del 2020
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